Pedales de Lava, una experiencia unica e inolvidable
Han pasado casi dos años desde que cuatro amigos, cuatro compañeros de afición, decidimos embarcarnos en la aventura de saltar a las islas canarias para hacer una ruta de Mountain Bike, pedales de lava, una semana en la que disfrutamos del amable clima canario, la suculenta gastronomía y dos días de auténtica bicicleta de montaña como prueba de compañerismo, esfuerzo y superación.
El Plan
Transcurría junio de 2011 cuando nos reunimos para hacer la propuesta: 7 días en octubre, coincidiendo con el puente del pilar. Aprovechemos para dar unas vacaciones al sol a nuestras familias y escapémonos un par de días en bici por Lanzarote. ¡Un buen plan!. Localizamos billetes de avión con una aerolínea de bajo coste, Papagayo Bike nos encontró un alojamiento ideal en Playa Blanca y para movernos por la isla alquilamos una furgo y un coche con Cicar, en total 11 personas entre adultos y peques a pasarlo bien. Sabíamos que la ruta sería dura, 250km en 2 días obligan a pasar noche en algún sitio y elegimos, -creo-, el mejor de todos, la Isla de La Graciosa (Caleta de Sebo) donde la Pensión Enriqueta se encargaría de darnos cobijo por un precio popular en lugar de pasar la noche bajo un manto de estrellas. Una vez en la isla comenzó la verdadera cuenta atrás, provisiones, track de la ruta, forfait de Pedales de Lava que Maxi Biela nos tramitó con las instrucciones para poder completar la ruta, también dispusimos de unas bicicletas para la ocasión y descansamos los días previos para afrontar la ruta con energía.
Los pedales de lava – dia 1
Comenzamos un martes 11 de octubre a las 7am desde Playa Blanca, todavía no había salido el sol, era de noche cerrada y nos disponíamos a partir dirección norte hasta Órzola donde deberíamos coger a tiempo el ferry que nos llevaría a Caleta de Sebo. Para ello tendríamos que superar algunas zonas complicadas, la primera y más dura de todas eran los temidos Ajaches que separan Playa Blanca de Playa Quemada. Una zona de barrancos de piedra suelta donde en ocasiones había que hacer uso del empujabike para avanzar en algunos tramos. En este punto tuvo lugar nuestro único pinchazo de toda la ruta y es que una piedra rajó una de los neumáticos, pues cortaban como cuchillos.

Contábamos ya dos paradas para repostar agua, pues solamente podíamos conseguirla en bares o supermercados pues en la isla no hay manantiales ni fuentes naturales, así que teníamos que ser ágiles a la hora de encontrar los puntos de abastecimiento.
Pensábamos que el ritmo era muy justo para llegar al Ferry a tiempo, teníamos idea de coger el barco de las 15h y eran ya las dos de la tarde, nos faltaban más de 20km. Al llegar a los Jameos del agua sabíamos que tendríamos un último tramo de carretera en el que se avanzaría más rápido. Nuestra sorpresa fue descubrir nuestra confusión al llegar a Órzola con tan solo 2 minutos de antelación a las 15h, pues a esa hora no había Ferry y tendríamos que esperar hasta las cuatro de la tarde, ocasión que aprovechamos para reponer fuerzas en un restaurante del puerto con un buen plato de pasta y unos refrescos bien fresquitos bajo una sombrilla.

No era muy tarde cuando decidimos ir a dormir, habíamos reservado dos habitaciones con dos camitas pequeñas cada una, con las ventanas abiertas pues hacía bastante calor y como la brisa no cesaba ni de noche apenas pude dormir.
Los pedales de lava – dia 2
Comienza el miércoles por la mañana, 6 de la mañana, vamos a coger el barco de las 7 con destino a Órzola para poder comenzar lo antes posible la segunda etapa, que era la de mayor desnivel acumulado y la que a la postre sería la más terrorífica. Armamos los petates, cogimos todo lo que portábamos con nosotros y nos dirigimos al muelle. Embarcamos de nuevo con las bicicletas y mientras realizábamos la travesía aprovechamos para desayunar en el barco unos bollos, zumos y batidos que habíamos comprado la noche anterior en el super del pueblo.


Sin perder más tiempo, emprendimos dirección a Tinajo la ruta pues quedaba lo que no nos esperábamos ninguno: El infierno de Timanfaya. Después de rodar por algunas pistas y senderos de la costa llegamos al cruce de Tenesar que nos invitaría a adentrarnos en el Parque Nacional de Timanfaya, un tramo de unos 8 kilómetros de pista de lava volcánica de color negro y en un constante subir que aun no siendo muy pronunciado en ocasiones el terreno nos desmontaba de la bicicleta.

Mi cuerpo ya estaba en mínimos absolutos, el pulso no subía, las piernas no respondían y sabía que quedaban 40 kilómetros para terminar, cada kilómetro fue un calvario. El tramo más relajado fue de la salida del parque de Timanfaya hasta la llegada a las Salinas donde el terreno era propicio para descansar y recuperar un poco.
Los últimos kilómetros transcurrirían desde Las Salinas de Janubio hasta Playa Blanca por la pista de tierra y piedra que bordea toda la costa oeste de la isla, este tramo no tiene apenas desnivel positivo pero el estado del terreno y las condiciones a las que habíamos sometido a nuestros sufridos traseros, hacía que cada piedra, cada bache, cada irregularidad del terreno fuese como un perdigonazo de sal.
La llegada a Playa Blanca a eso de las cuatro de la tarde la recuerdo como un momento de placer absoluto, antes de llegar al hotel paramos en un chiringuito de una playa apurando las últimas monedas que nos quedaban para pedir cuatro cervezas y brindar por el logro conseguido.
Completamos los 250km y +3700m de pedales de lava en día y medio con un total de 16 horas y 38 minutos pedaleando. ¡Como para no celebrarlo!
El final de las vacaciones
Aprovechamos los dos días que nos quedaban para pasarlo con el resto de la comitiva familiar y recuperar energías, el desgaste había sido terrible. Y a partir de este momento, cada cual sacó sus conclusiones y experiencias que relato a continuación:
No podía ni sentarme, mi cuerpo no volvió a ser el mismo hasta pasadas dos semanas, pero la experiencia y los dos días de ruta fueron auténticos e inolvidables con la compañía perfecta para la ocasión.
La belleza de la isla la conocíamos, a los compañeros también. Lo que resulto único fue la mezcla de ambos. El paso por timanfaya fue como caminar sobre las brasas del infierno. La anécdota graciosa fue paliza desde Charco del palo hasta Orzola para llegar una hora antes al barco que nos llevaría a la graciosa.
Luis Miguel Muriedas
Una experiencia inolvidable en la que recorres uno de los paisajes más inesperados y cambiantes de los que me he encontrado. La zona más bonita de la ruta es sin duda el paseo a pie por la isla de la graciosa. Un lugar que te retrotrae al pasado y a una infancia ya lejana.
José Ignacio Martínez
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Que bien explicado todo .Paso a paso con todo lujo de detalles. Gran resumen de una gran machada en las islas canarias.