Disfrutando de alguna ruta en bicicleta por las montañas de Cantabria, de los paisajes y por supuesto, en buena compañía.
Ya estamos en otoño, pronto el frío y la nieve nos dejarán sin poder subir a los puertos más altos de la región. Es momento de aprovechar los días de sol para hacer alguna que otra excursión al macizo sur de la provincia de Cantabria. En esta ocasión salimos Marcos, Nacho y yo para dar un vueltón en condiciones, una gran ruta en bicicleta que además de agotados nos dejaría un grato recuerdo de un buen día y sin duda, ganas de repetirla. Tomaríamos la salida desde San Salvador para subir al puerto de Lunada (Especial) para seguidamente llegar al puerto de Estacas de Trueba (Primera) y acabar con el puerto de La Braguía (Segunda), estos dos últimos puertos fueron protagonistas de la vuelta ciclista a España los dos últimos años. Haciendo clic en cada puerto, puedes ver la altimetría de los puertos cortesía de Altimetrias.com. La ruta con un total de 130km y 2500m de desnivel acumulado suponía todo un desafío a estas alturas del año.
Comenzaríamos por el puerto más largo y duro de la jornada, Portillo de Lunada, que la verdad, no se porque le llaman portillo (será pura ironía). 32 kilómetros de subida desde liérganes, lo que son aproximadamente 2 horas subiendo a un ritmo tranquilo. Tiene algunas zonas duras como los repechos de Linto y Ajanedo unidos a la entrada del pueblo de San Roque de Riomiera, que hacen que esta subida no te permita mantener un ritmo cómodo continuado. Después de San Roque el desnivel se vuelve más estable pero casualidades del destino, el firme es el que a partir de entonces no dejará que tu ruta en bicicleta sea un paseo todo lo cómodo que podría ser. Como se ve en la siguiente imagen, el firme esta bastante mal (a ver si lo arreglan).
Aunque lo cierto es que salvando el problema del firme, la subida de este puerto es de las que o te enamoran o aborreces toda la vida, en mi caso es amor «no-correspondido» pero siempre que subo disfruto, y mucho. Su continuo zig-zag, esas «eses» tan características que poco a poco hacen que te coma la montaña. Cada cambio de dirección es un espectáculo para la vista, aunque todos los puertos tienen un bonito paisaje, este puerto es especial, su gran apertura y longitud hace una subida magnífica que hasta el día que vas sufriendo -como era mi caso- lo disfrutas.
Después de esos 32 kilómetros, consigues llegar a la cima y respiras con cierto alivio pues lo peor ya ha pasado. A más de 1300 metros de altitud y con una buena temperatura para encarar el descenso hasta Espinosa de los Monteros una de las capitales de las Merindades Burgalesas. Punto en el que iniciaríamos el retorno por el puerto de Estacas de trueba.
La subida de Estacas de Trueba por la vertiente sur es bastante suave y llevadera, acompañada por un poco de viento a favor se hace en apenas 30 minutos sin apretarse mucho, la subida más placentera del día. Aunque el paisaje no es tan espectacular, lo compensará la posterior bajada hacia Vega de Pas, en pleno corazón de Cantabria. Durante la subida nos encontramos con unos «paisanos» de la zona intentando separar una manada de caballos salvajes y tuvimos que hacernos a un lado para evitar ser embestidos. La madre naturaleza nos ponía a prueba.
Aunque poco después, llegaríamos a la cima para comenzar el rápido, duro y botoso descenso por una carretera que tenía el mismo problema que en Lunada, un firme en muy mal estado. Llegaríamos después de 13 kilómetros de descenso con los brazos realmente cansados.
Por último y no por ello menos importante el puerto de La Braguía, que en los últimos años habremos subido más de 20 veces. 670 metros de altitud, con un inicio un poco duro para nuestros fatigados cuerpos que luego suaviza para poder llegar a la cima con dignidad y cadencia. Hacía mucho tiempo que no abusaba tanto de la corona del 28, es para días como los de hoy que uno agradece llevar un desarrollo ágil.
Estábamos a punto de marcar en el registro los 90km y ya habíamos completado las tres chinchetas del día en nuestra ruta en bicicleta, todavía quedarían algo más de 40km para llegar a casa así que sabiendo que todo era ya cuesta abajo lo hicimos lo más fácil posible para llegar a destino sin mayores problemas.
Como resumen, decir que es un lujo poder disfrutar de rutas así, que aun siendo duras, te dejan impreso en la memoria algo imborrable y lo que es más importante, en buena compañía, que digo… «Compañía de lujo».
Si quieres ver el mapa de la ruta en Google Maps, aquí lo puedes encontrar:
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