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Los prolegómenos de un cicloturista con los nervios a flor de piel.

Sábado 23 de junio, 5:00am, suena el despertador. El día QH2012 ha llegado y el momento del pistoletazo de salida está a tan solo 150 minutos, 9.000 respiraciones que en ocasiones contienes involuntariamente. El Hotel ha preparado un desayuno especial para este día, a las 5:30 estará servido en la mesa y hay que estar «on time» como dicen los ingleses para poder ir con tiempo y coger sitio. El ritual comienza, ducha caliente para activarse un poquito, la ropa y accesorios preparados la noche anterior listos para ser enfundados. En mi cabeza memorizado el recorrido hecho en coche el día anterior (Me alegro de conocer lo que me espera para poder ir mentalmente preparado). 200km, 3200 metros de desnivel positivo acumulado repartidos en 4 puertos, en el mejor de los casos 7 horas y media de pedalada y muchos baches que soportar, el asfalto no está todo lo bien que desearía.

Una vez desayunado (un par de cafés, zumo, tostada, huevos revueltos y hasta un poco de tarta), voy directo al coche, lo tengo todo cargado y preparado, tan solo tengo que fijar las ruedas a la bici y cargar agua en los bidones. En la marcha hay asistencia mecánica, así que tan solo cargo con una cámara y una botella de CO2 por si pincho. Salgo del hotel dirección a la campa de salida, y empiezo a ver a los primeros frikis del pedal agolpados en la carretera a Sabiñánigo. Había pensado hacerlo en bici, pero algunos compañeros me convencen de ir en coche para luego volver tranquilo. Llegar y encontrar aparcamiento es fácil, la organización está muy experimentada en estas pruebas y se nota. Una vez situado el coche, descargo la bici, monto las ruedas, ajustos frenos y echo un poco de aceite a la cadena para que no chirríe en marcha, me vuelve loco. Repaso que lo tengo todo encima, teléfono, documentación, llaves, comida, pañuelo para el cuello y chubasquero. Perfecto, a la línea de salida, queda media hora y me situo en la parte central-trasera de la parrilla de salida.

Pistoletazo de Salida

En la línea de salida se empieza a agolpar un ingente pelotón que se pondrá en marcha en un ratuco, esto empieza a acojonar de verdad, ¡¡que de gente!!, aunque la salida parece escalonada y organizada todavía no se como lo van a hacer… esto va a ser un poco caos. Los minutos pasan y cada vez queda menos, el último minuto suben las pulsaciones a 90, vamos calentando motores, el cuerpo se prepara.

¡¡BOOM!! Arranca la QH2012 y esto va como muy rápido, después de 12 minutos vamos arrancando al ritmo general, no puedes ir más rápido ni más lento, esto es como el tren de la bruja, si te paras te dan un escobazo! Vamos saliendo del polígono para pasar por Sabiñánigo y encarar la carretera a Jaca, que este año se hace por la A-23, hay que meter a 7000 bicicletas y una carretera convencional no da para tanto… El pelotón rueda a ritmo rápido pero cómodo, esto de ir en grupo es una ventaja. Esperemos poder aguantar en una grupeta buena hasta casi terminar el primer puerto al menos. En la autopista empiezan las caídas y las montoneras, al menos 15 son las que veo, que miedo!

Camino de Escot

La primera parte de la carrera tiene como protagonista el puerto de Somport, situado a 1640m con un desnivel de 822m desde Jaca. La primera parte rodamos en grupo cómodos pues los pueblos van pasando y los repechos de momento al ir frescos y con fuerza se hacen menos duros. Es una vez pasado Canfranc Estación cuando la cosa se complica, son unos 6 kilómetros con pendientes ya bastante duras que hacen que la ascensión se torne más lenta y pesada. El plato pequeño lleva ya rato engranado y hay que dosificar las energías pues la bajada que espera después es bastante dura, sobre todo los primeros 4 kilómetros con mal firme y curvas muy reviradas. Antes de llegar a la cima de Somport, me encuentro averiado a Marcos Menocal, que ha partido la patilla del cambio, paro un par de minutos y le doy ánimos y me los devuelve, me harían falta para más adelante. En ese momento me adelanta Fonso, que casi no le reconozco. Decido tirar a cogerle y así lo hago antes de terminar de subir Somport. Hasta este momento las sensaciones son buenas y decidimos iniciar el descenso juntos.

Hace frío en la cumbre, paro a ponerme el cortavientos, comer algo, ajustarme el pañuelo del cuello y comenzar el descenso con sumo cuidado. La niebla hace acto de presencia al poco de comenzar, que no cesaría hasta pasada la primera y fatídica parte del descenso. Menos mal que el tráfico está interrumpido, porque puede ser muy peligroso. La gente me pasa como balas, el resultado se ve un poco más abajo, caída tras caída por no poder tomar la curva a su adecuada velocidad.

Terminamos el tramo de carretera de montaña en mal estado y comenzamos a bajar por lo que parece una vía rápida, pero al poco tiempo vemos que empieza a estrecharse. Es una carretera mejor que la anterior pero que en algunos tramos esconde muchas trampas en forma de curvas cerradas, asfalto deslizante o simplemente en mal estado. La ventaja, no hay que dar muchos pedales para mantener buen ritmo, aunque hay que andarse con ojo. Fonso y yo nos pegamos a alguna grupeta interesante, pero tenemos que ir avanzando, algunas no nos convienen. Seguimos bajando a 30, 40 o hasta 60 por hora. Esto va rápido, bien!

En menos de lo esperado, llegamos a Escot, un pequeño pueblo que sorprender por lo de «sopetón» que aparece y que nos invita a subir el siguiente puerto.

De Escot a Laruns por el Col de Marie Blanque

Comenzamos a ascender el Marie Blanque, Fonso y yo intentando mantener alguna buena rueda que nos evite descolgarnos en los primeros kilómetros que son fáciles. La señalización de puertos es tremendamente buena, cada kilómetro te canta cuanto te queda y que porcentaje de desnivel vas a encontrarte. Los primeros 5 kilómetros se hacen bien en plato pequeño y piñones pequeños, el desnivel es asumible. Pero los cuatro últimos se endurece y mucho la subida. La gente se aposta como ya ocurriera en Somport, copa los laterales de la carretera y te anima a subir, te ofrecen agua o comida, una pasada. La mañana en Francia es fresca y la niebla sigue rondando nuestras cabezas. ¿Cómo hará en la siguiente bajada?. El Col, que no se porque lo llaman Col cuando es una pared como dios manda, cada vez se hace más duro, largas rectas que ocultan su final te invitan en ocasiones a parar para recuperar el aliento, aun así, decido seguir conteniendo el pulso para no desfondarme antes del último grande. Han sido muchas las veces que he leído los consejos de los experimentados en la QH de donde darlo todo y donde aguantar los caballos. Al empezar el tramo duro comienzo a avanzar con ritmo, con todo metido pero con buena cadencia, subo avanzando posiciones y eso motiva, otros me pasan pues van sobrados pero empezaron muy atrás la carrera, Fonso sube algo más trabado, lleva un desarrollo más largo que yo y eso aquí se nota.

Corono Marie Blanque y es espectacular, esto parece el Tour de Francia, cuanta gente y que griterío. Subir para bajar, comienzo el descenso que al principio es muy tirado aunque con alguna curva fea y un firme algo destartalado. Estos franceses gastan poco en alquitrán. Fonso y yo paramos y nos reagrupamos en el Avituallamiento, muy bien surtido la verdad aunque con tanta gente es una locura. Un par de sandwiches y un pastelito además de la correspondiente recarga de agua. La bajada a Bielles es rápida, complicada más si cabe por la cantidad de gente que hay. La señalización de las zonas duras perfectas, la organización de 10/10. De Bielles a Laruns es un continuo falso llano que nos dejaría al pie del Pourtalet, ese gran coloso que te dice como vas a llegar a meta. Aquí tuve que ir en busca de Fonso que bajando me había sacado 500 metros pero le cogí antes de llegar a Laruns.

Último coloso, Pourtalet

Después de dejar atrás las dos primeras piedras del camino, se abría ante nuestra visión el acceso al puerto del Pourtalet, una subida de 28 kilómetros y un desnivel total de casi 1500 metros, lo más de lo más. Comienzo el puerto y ya de forma casi automática cambio el plato, vuelvo a engranar el 34 con una velocidad media para poder hacer un castigo progresivo de las piernas. El principio se hace duro hasta pasados los dos primeros kilómetros, pero aun así noto que mis piernas llevan ritmo alegre, me piden «bajar coronas». En este momento Fonso pinchó nuevamente y no me enteré hasta terminada la marcha. Pronto dejaría atrás esos primeros metros pegajosos para llegar a la altura de Eaux-Chaudes donde suaviza un poco el camino, vamos progresando cogemos un ritmo algo más elevado para poder disfrutar de una subida alegre, hay tramos de 30km/h ¡Genial!. Me encuentro un tramo algo llano antes de llegar a Gabas donde se vuelve a poner otra vez picón hacia arriba. Empieza a estorbar un poco la ropa, a estas alturas el calor empieza a hacer aparición, menos mal que me eché protección solar sino acabaría como un cangrejo. Llego a Artouste donde se encuentra un avituallamiento interesante, pero voy sobrado de comida y bebida así que no paro y avanzo hasta la siguiente curva donde me paro a esperar a mi compi y quitarme el chubasquero. Como Fonso no aparece pasados 5 minutos y corro el riesgo de enfriarme las piernas decido continuar, ale ¡¡Arriba!!

Ya casi está, estoy viendo ya la cima, el Pourtalet ha sido superado y en 1h40m, bien! lo más duro está hecho, a por la última chincheta. El calor ha aumentado, la temperatura subió hasta más de los 20 grados así que me dirijo hacia abajo, buena carretera española que te teletransporta a 40, 50, 60km/h, genial, un tramo para recuperar antes del último obstáculo.

La encerrona de Hoz de Jaca

En mitad de la bajada, nos desvían en un pueblo llamado Pueyo de Jaca, que sitio más extraño. Después de un picaparriba llegamos a un bonito pueblo pero bastante peligroso, mucha gravilla y pavés en las calles con el consiguiente peligro, hay que tomar las curvas con cuidado. Nos deja atravesar el embalse y comenzamos la subida a Hoz de Jaca, los primeros dos kilómetros se hacen cómodos, en plato pequeño pero cómodos. ¡¡Atención!! La cabeza del cuádriceps derecho comienza a darme avisos, no son calambres, es un dolor de un tirón o una sobrecarga. Nada más ver el poste con los 2km para coronar el puerto comienza el horror, el infierno, una sucesión de curvas y rampas realmente cerradas y duras para dejarnos al final en un tramo de hormigón peinado que da la puntilla a nuestros maltrechos traseros. La subida muy dura, menos mal que tuve la prudencia de tomar un gel antes de subir el puerto, vamos que ya estamos! ¡Madre Mía! que bajada! Después de la trampa de la subida, nos encontramos con una bajada tortuosa, mal asfalto, pendientes de hasta el 16% en las que era complicado frenar la bicicleta, había que abrirse en todas las curvas, hasta llegar a la presa donde en un paso estrecho volveríamos a la carretera general. Las autoridades avisaban por megafonía de que extremáramos las precauciones.

Ahora si, había terminado de verdad lo peor, era el momento de disfrutar de los últimos 20 kilómetros, Fonso sigue sin aparecer. Aquí el plato grande obtendría su ansiada venganza. Engrano el plato, bajo piñones, comienzo a elevar la cadencia a base de imprimir potentes golpes de pedal, 20, 30, 40 por hora, el terreno es favorable, el viento no, aun así es el momento de dar el todo por el todo. Me pego a una grupeta para bajar, es imprescindible si no quieres morir antes de meta de una deshidratación o un sobre-esfuerzo. Somos tres los que damos relevos, cuando me toca tirar aprieto los dientes, pongo firme el culo y dirijo toda la fuerza de pedalada desde el cerebro al pedal. Bajamos rapidísimo. La llegada a la meta es rápida, apenas 30 minutos.Allí me espera mi chica para hacerme la foto de llegada, me ilusiona el momento de verla porque se que he terminado y he llegado bien, sano y salvo.

Por fin, completé la tan famosa cicloturista de la Quebrantahuesos. El tiempo y el puesto es lo de menos, he pasado un gran día en la bicicleta y lo he compartido con gente excepcional.

Algunos recursos de interés:

Y una opinión personal: «Son muchos los que me han comentado que exprese mi opinión al haber hecho el mismo año la Quebrantahuesos y el Soplao de carretera sobre cual de las dos es más exigente. Pues bien, sin lugar a dudas el Soplao de Carretera es una marcha mucho más exigente a la hora de hacer tiempo y sobre todo mucho más sufrida a nivel físico pues su recorrido es de mayor desnivel acumulado y muy rompe-piernas. La QH es una marcha dura, 205km son muchos y 3500m de desnivel también, pero la dureza de sus puertos salvo Col de Marie Blanque, viene dada por la longitud de los mismos. A nivel de paisaje y paraje, cualquiera de las dos es un espectáculo de la naturaleza. En cuanto a organización la QH gana por goleada aunque en el apartado de calor humano del público, el soplao sin duda tiene mucha ventaja.»

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